miércoles, 18 de marzo de 2020

El golpe de los dragones (sesión 4): roleando en Waterdeep

No tengo muy fresco el recuerdo de esta sesión, pero recuerdo claramente que querer plantear una sesión de D&D un domingo por la mañana sin que haya una sola escena de acción o de combate es un handicap considerable para los jugadores. :). Unos pocos días de preocupaciones muy reales en el mundo han hecho el resto. Espero acordarme de todo, aunque sea para desconectar un rato.




Esta parte de la aventura me parece algo floja o al menos desde mi lado de la pantalla de DM. Pero como charlabamos al final de la partida, los jugadores de D&D y de muchos otros juegos de rol  no piden obras de arte y ensayo ni trascendencia metafísica. Ni siquiera un desarrollo o aventura excepcional. Con pasar el rato matando orcos suele ser suficiente. Hoy en día, se antoja lejano volver a esa cotidianidad y se hace más necesario evadirse, aunque sea unas horas, de la realidad para mantener la cordura.

En cualquier caso, esta parte de la aventura no es otra cosa que llevar a los pjs por una serie de pistas consecutivas con un único destino. El remix de The Alexandrian arregla esa linealidad aburrida que abunda en la aventura oficial con un desarrollo libre y ciertos giros, que no revelaré por si lo lee alguno de mis  jugadores, que complican para bien la aventura.

Tras la explosión de la bola de fuego intentaron retener al sospechoso Zhentarim para interrogarle. Pero la guardia de la ciudad les dio el alto mientras huían con el prisionero. Les exigieron que se lo entregasen para continuar  las pesquisas y averiguar porqué el mercenario huía de la masacre.
Decidieron obedecer. Dada su popularidad como bienhechores en la ciudad tras el asunto del almacén,  les prometieron mantenerles informados de lo que sacasen al sospechoso tras interrogarle.

En el lugar del estallido de la bola de fuego había casi una decena de fallecidos. Uno de ellos, Jenkins. Uno de los tres huérfanos que habían encontrado los aventureros.

Los testigos describieron a un autómata con aspecto de humano, con un rostro inexpresivo e inmóvil, un sombrero de espadachín, una capa ropa y una perilla van dyke. Un aspecto único. La bola de fuego parecía haber sido lanzada desde donde se encontraba. Tras la explosión, la criatura descendió muy ágilmente desde el tejado y se acercó al gnomo de las rocas que iba a encontrarse con Renaer y le robo algo de entre sus pertenencias, para luego huir.

El propio Renaer apareció al poco, sorprendido y les contó que el gnomo Dalakhar era un espía de su padre que le seguía desde hace semanas pero que finalmente había hecho amigo suyo. Al parecer tenía algo en su poder que entregar a su padre pero alguien o algo le perseguía y le impedía salir de la ciudad. Por eso trataba de dárselo a Renaer. Al parecer lo que portaba debía ser la clave para encontrar el misterio del botín de medio millón de dragones de oro que había desfalcado de la ciudad su padre el ex lord público Dagult Neverember.

Los aventureros recordaron haber visto a un autómata similar en el desfile del día anterior. Fueron a investigar en el Templo de Gond. Allí tenían a un autómata similar que tenía cierta personalidad propia, pero era un loco inventor y sirviente inofensivo y no era el que buscaban. Al parecer esos constructos mágicos procedían de Luskan y los vendía un feriante humano llamado Zardoz Zord que los importaba a Waterdeep.

Tras más pesquisas entre propietarios de autómatas,  fueron al puerto, al encuentro de la Feria de las Doncellas Marinas que Zardoz regentaba. Les recibió sin problema en su buque insignia atracado una milla del puerto y les agasajó con una cena lujosa y abundante junto con los  capitanes de sus otros barcos. Les contó que eran simples feriantes y comerciantes y que había vendido una decena de esos autómatas mágicos por 15000 dragones de otro. Y eran baratos. Podían servir como guardaespaldas o sirvientes leales. Se los compraba a magos que los fabricaban en Luskan.
Tras insistirle, el capitán Zord fue a revisar sus registros y les dijo que el autómata que buscaban (cada autómata tenía un aspecto y rasgos únicos) estaba en posesión de una familia de nobles; los Gralhund.

Los héroes decidieron denunciar y contar a las autoridades lo que sabían en un puesto de la guardia para que registrasen aquella mansión en busca del culpable. No querian enfrentarse a una familia influenyente.

Tras marcharse, un emisario de otros nobles, los Cassalanter, les trasmitió que sus amos les buscaban. Fueron a su mansión y la pareja Lady Ammalia y Lord Victorio les contaron que buscaban también el objeto robado al gnomo. Era la Piedra de Golorr, un objeto mágico que albergaba en su interior el secreto de la localización del tesoro de Dagult. Les contaron que eran necesarias tres gemas u "ojos" para activar el objeto. Y ellos poseían uno de los tres. Les pedían su ayuda y colaboración ya que sus dos hijos habían sido maldecidos por adoradores de demonios y en su próximo cumpleaños se llevarían su alma a no ser que hicieran un ritual en el cual necesitaban consumir una gran cantidad de oro.
Los protagonistas decidieron aliarse con los Cassalanter. Estos les contaron que sus espías habían seguido al autómata hasta la casa de los Gralhund.

No les quedaba mas remedio que adelantarse a las pesquisas de la guardia y buscar al autómata y la Piedra de Golorr entrando en la mansión de los Gralhunds.

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Y eso dio de sí la sesión. 
Como ya he comentado, preparar la versión mejorada de la aventura demanda mucho mas esfuerzo que dirigirla y leerla tal y como se plantea en el texto oficial. Pero creo que merece la pena. Al menos a mi me resulta mas divertido. 

Veremos como se desarrolla la próxima partida, que cuarentena mediante, creo tendrá lugar por vía "telemática" como ahora se dice.

Cuidaos mucho lectores. Si es que alguno me lee. No soy buen consejero, pero me gusta pensar que los malos momentos acaban pasando, solo nos queda apretar fuerte los dientes.